20/06/2021

MANUEL BELGRANO, PRÓCER HUMILDE DE LA PATRIA

Ciertas personalidades de la historia argentina reúnen la credibilidad absoluta por su particular modo de haber sentido la Patria y de comprometerse con el destino nacional. Y, aunque entre lugares comunes, el desencanto del presente y el desinterés personal nuestro amor por el país parece desdibujarse, el impacto de esas figuras no decae. Entre esos pocos nombres categóricos está el de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano. O, simplemente, el general Belgrano.
Así, cuando llegan las efemérides patrias esos nombres iluminan con brillo propio. Tanto, que tomamos el todo –la Patria- por esa parte –el prócer- y decimos “¿qué pasaría si este hombre estuviera vivo?”. Imaginamos que, de estarlo el rumbo de nuestro país sería otro y que sus opiniones regirían sabiamente, nuestros pasos hacia un futuro feliz.
La figura del prócer no la ocupa cualquiera, pero tampoco se hace sola. El pueblo a través de la historia reconoce en esas figuras valores esenciales que lo definen y los transmiten a las generaciones siguientes para que nuestra vida cotidiana encuentre amparo en sus virtudes humanas. La luz que su estrella emite orienta en cada época más allá de las circunstancias y coyunturas la vida personal y comunitaria.
Pero todos sabemos que esto no es así. Son próceres no emisarios de Dios. Sin embargo, tal vez, si viéramos los problemas argentinos a la luz de sus enseñanzas y sus principios, encontraríamos la solución para la industrialización, la educación, la cultura, el trabajo, la virtud pública. En cambio, la mezquindad, la miopía, y, más dramáticamente, la falta de amor desvían nuestros pasos de esa senda.
En este presente tan difícil apelemos a la memoria de hombres como Belgrano. A su nobleza, generosidad, inteligencia, hambre de gloria y éxitos para volver a sentir la alegría de ser argentinos y hacer un país que contenga los sueños de todos y cada uno de nosotros.
 
 
 ¡Nos seguimos encontrando!


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