Se acerca una nueva fecha y como siempre, el sector renueva su expectativa por un buen resultado. Pero, ¿qué hay detrás de la celebración? ¿qué le dice hoy a la sociedad esta fecha que la Cámara supo instalar y conservar desde hace tantos años? Consultamos a algunas referentes del sector, y también a diferentes personas del público.
Informe
Revista Juguetes
Fotos
Jazmín Arellano
ANOTACIONES AL MARGEN
Algunas condiciones de la época parecen debilitar el peso
de la celebración que convoca a todo el sector juguetero cada tercer domingo de
agosto.
En principio, el uso de palabras impronunciables (niñxs,
niñ@s) o inexistentes (niñes) o de sustantivos abstractos como infancias, niñez
o niñeces (¿?) contribuye un poco a esta
situación.
A su vez, por una demanda social los niños se han visto
obligados a renunciar sin saberlo, claro, a su derecho a la inocencia. No tanto
por la exposición al vértigo de la tecnología o a la inteligencia artificial,
que son potencialmente interesantes herramientas educativas, sino sobre todo
por la exposición que implica el uso absorbente de las redes sociales, un
tiempo sin juego.
Finalmente, hay en las nuevas generaciones un sentido
distinto de lo individual y los vínculos que indirectamente tienen su efecto en
el lugar que ocupan hoy la maternidad, la paternidad y la crianza en la
sociedad.
Sin embargo, las empresas jugueteras nacionales han
entendido esta nueva realidad llevando adelante procesos y productos que ponen
en juego valores muy importantes para la sociedad como la imaginación, la
planificación, el trabajo, la calidad, el profesionalismo, el cumplimiento.
Así, una nueva generación de empresarios jugueteros refuerza y vivifica una
tarea imprescindible, que continúa una tradición de décadas que tuvo -entre
otras virtudes- la de poner en el centro de su actividad la felicidad de
nuestros niños.
Pablo
Crovetto, Modelex- CAIJ
El Día del Niño sin duda es una fecha importante para el
sector porque junto a Navidad son los momentos fuertes de ventas. Más allá de
la mala situación económica actual el Día del Niño sigue siendo una oportunidad
para que la familia pueda agasajarlos; así que todos hacen el esfuerzo por
homenajearlos con buenos regalos y los juguetes son siempre una excelente
opción. Independientemente de la fecha en que se celebre, el trabajo que llevó
imponerla dio sus frutos porque otros intentos por imponer otras fechas –día del
ahijado, día del nieto- no tienen esa repercusión. Eso significa que no sólo
para el sector, sino para toda la sociedad los niños y niñas merecen nuestro
cuidado, respeto y atención. Incluso más pensando en un mundo en el que la
tecnología tiene un protagonismo cada vez mayor y no siempre beneficioso.
María
Jimena López, docente escuela media pública CABA
Considero que el Día del Niño es una oportunidad para que
los chicos y chicas disfruten de ser reconocidos, compartan en familia,
saboreen algo rico y, si es posible, reciban algún regalo.
Es un día para celebrar que están bien, que llenan
nuestras vidas de alegría y que podemos compartir tiempo con ellos y ellas.
Además, me parece fundamental que esta fecha sirva para
promover el reconocimiento y el ejercicio de los derechos de niños, niñas y
adolescentes en nuestro país, y que se priorice el respeto pleno de los mismos.
Pamela
Márquez, nieta y sobrina de jugueteros. Chikitoys
En mi familia, el Día del
Niño siempre fue un momento lleno de cariño y conexión, una excusa perfecta
para celebrar y sentirnos orgullosos de lo que logramos juntos. Hoy, en un
mundo que parece ir cada vez más rápido, sigo esperando con ganas ese día para
compartir, disfrutar y reencontrarnos, especialmente al ver a los más chiquitos
y chiquitas vivir la magia de abrir sus regalos. Ese mismo sentimiento de
cercanía y alegría es lo que queremos transmitir con cada juguete que Chikitoys
lanza al mercado: acercar a los niños y niñas a los adultos, y ayudar a que
salgan un poco del aislamiento que provocan las pantallas.
*
Oscar
Vegher, Vegui- CAIJ
Es una fecha internacional
(en Argentina el tercer domingo de agosto), en la que se celebra la infancia, y
los adultos compartimos momentos y juegos con ellos. Se promueve no olvidar sus
derechos, como la educación, protección, salud, juego y todo lo que necesitan
para desarrollarse como personas.
*
Juan
Francisco Gazzano. Comunicador y publicista.
Sucede de manera muy frecuente y casi universal que
cuando crecemos y nos hacemos adultos, la vida cambia tanto que nos olvidamos
de muchas cosas importantes. Nos vamos distrayendo con carreras, oficios,
obligaciones y cansancios. Es recién cuando nos convertimos en padres y madres
que inevitablemente recordamos la importancia de muchas cosas de la vida. Una
de ellas, quizás la más importante de todas, es la magia de la infancia. Vemos
en nuestros hijos e hijas pequeños y enormes signos. La alegría de un juego que
les encanta y repiten sin hartarse, la sorpresa de un regalo que los espera sin
aviso o la euforia de romper los papeles envoltorios de un regalo que tanto
esperaban. Esos juguetes y esos momentos se convierten en estandartes de la
infancia, que ayudan a sostener esa magia que los rodea y los cobija y los
rumbea.
La poeta Louise Glück dijo una vez que miramos al mundo
una sola vez, en la infancia, y que el resto es memoria. Hay una simpleza en la
frase que es equivalente a la verdad que sostiene. Cuando vamos creciendo y nos
vamos poniendo serios y quizás un poco apáticos, solo tenemos ese recurso de la
memoria para volver a la magia. Nos cuesta asombrarnos, maravillarnos,
perdernos en el juego y en la aventura. Para que esos adultos del futuro tengan
una vida saludable, alegre y valiente, es vital que sus infancias estén llenas
de colores y canciones y juguetes.
Hay un rincón en nuestros corazones que guarda para
siempre esos momentos que se vuelven recuerdos. Los juguetes y los regalos son
los dispositivos que facilitan esa memoria, esa nostalgia, ese refugio de vida.
El día del niño es la celebración máxima y total de esa trinchera de la vida
que tanto necesitamos para ir después a las universidades, a los trabajos, a
los proyectos y a las relaciones que tenemos y a la que le ponemos tanta
energía.
Un juguete es una inversión que no tiene la más mínima
chance de salir mal. El día del niño es la oportunidad por excelencia para
hacer crecer la maravilla de la infancia y los juguetes son las mejores
herramientas para ir construyendo el palacio de la alegría que no se cae o se corroe
por más que pase el tiempo, por más que nos bombardeen las adversidades, por
más tristezas y tormentas que tengamos que atravesar. La infancia es mirar al
mundo jugando para luego edificar con esos andamios todo lo demás. El día del
niño es el momento y la celebración culminante de esa tarea. Por eso es la
celebración de lo más importante, porque es en la infancia en donde mejor vive
la esperanza.
*
Nahuel
Costenla, Chichess- CAIJ
Es un día que hay que
verlo no tanto enfocado en el área comercial, sino desde el desafío que
enfrenta el rubro en darle un valor familiar suficientemente importante como
para que los juguetes sean el aporte fundamental para el desarrollo de las
criaturas. Eso implica aceptar el desafío de invitar, con nuestros productos, a
las familias de salir del facilismo de darles un celular o tablet e
incorporarse y ser parte del aprendizaje lúdico de los niños y las niñas para
fomentar su desarrollo intelectual y creativo.
Lorena
Ratto, empleada de comercio
Siempre es bueno tener una
fecha para la reunión familiar y homenajear a los más chicos. Tengo hermosos
recuerdos de los Día del niño de mi infancia, no hace mucho tiempo de eso.
Esperaba con mucha emoción los juguetes y regalos que mi familia me daba. Hoy
en día con mi sobrino sucede lo mismo; toda la familia está pendiente de
celebrar el día agasajándolo con una reunión divertida y con los regalos para
demostrárselo.
*
Graciela
Irigoyen, estilista.
Es una fecha comercial
importante que, desde siempre, impulsa a que todos pensemos en alguna manera de
celebrar a los más chicos. Hoy ha cobrado otro sentido porque se refiere más a
la defensa y promoción de los derechos de los niños y niñas que a veces parecen
bastante relegados u olvidados. Pero creo que pasa inadvertida para las
personas que no tienen niños en su familia.
*
María
Eugenia Lopolito, docente escuela media privada Buenos Aires
En el arcón de mis recuerdos infantiles guardo distintos
tipos de sombreros y disfraces. Pasaba horas jugando con ellos cuando era
chica. Me transportaban a lugares maravillosos. Y ahora, ya grande, gracias a
ellos sigo pensando en los niños del mundo. Y, frente a la lamentable realidad
de lo que sucede en las distintas escalas, con demasiadas vidas de niños
perdidas por las guerras, las adicciones, la violencia, la explotación, la
soledad y la angustia en todos sus matices, como mamá, educadora y catequista,
me atrevo a escribir esta humilde oración por todos los niños:
Dios, papá, mamá y amigo de los pequeños, cuidá a todos
los niños de la Tierra, protegelos de la explotación, del hambre y de todo tipo
de violencia. Que como adulta, haciendo memoria de mi propio pasado, los
acompañe en el presente para proyectarlos al futuro. Que estando siempre a su
lado, no olvide la magia de sentirme hija y niña, donde todo es posible de
lograr. Que reencuentre a esa niña- pirata, para surcar las calles y aguas
embravecidas de este mundo, para llevarlos a puertos de paz, Dame la valentía
de esa niña- heroína, para elegir siempre la verdad y hacer que todos elijan
ese camino. Dame la alegría de esa niña- arlequín, capaz de regalar sonrisas y
esperanza aún en los momentos de quiebres interiores. Dame la velocidad de esa
niña- piloto, para salir sin la demora pesada del adulto al encuentro del
prójimo y que el bendito delantal me haga siempre y a cada paso, amar,
acompañar y sanar las almas y mentes de los niños, suscitando los mejores
ingredientes de cada uno, variados y únicos como son, con la habilidad de la
niña- cocinera. Que los niños puedan nacer, crecer y soñar en Paz, amar y hacer
mejor el mundo, nuestra Casa Común, porque ellos necesitan de nosotros, pero
nosotros, muchísimo más, necesitamos y necesitaremos siempre de ellos. AMÉN
A pesar de todas las propagandas, no pensemos tanto en
qué comprarles o qué regalarles en este día. No los dejemos con la coronita del
egocentrismo eternamente puesta, porque les hace mucho daño, ni tampoco los
dejemos atrás de todo de la lista. Levantemos la mirada
del celular y de las urgencias que nos oprimen. Démosle la mano y volvamos a
reflejarnos en sus ojos. Y en su mirada, volvamos a reencontrar la magia de
jugar, reír, llorar y soñar juntos y sentir que todo es posible. Será el mejor
regalo del Día del Niño.
*
Ornella
Cazzulani, psicóloga
El Día del Niño suele venir acompañado de regalos,
festejos y publicidades que nos invitan a comprar juguetes o a “celebrar a los
más pequeños”. Pero desde una mirada psicológica, esta fecha puede y debería
ser una oportunidad para ir más allá del consumo y preguntarnos: ¿qué lugar
ocupan hoy los niños y niñas en nuestra sociedad? ¿Qué necesidades emocionales,
vinculares y subjetivas tienen? ¿Estamos escuchando verdaderamente su voz?
Los niños hoy crecen atravesados por múltiples estímulos,
en contextos sociales muchas veces inestables, con adultos que también están
exigidos por la velocidad, la tecnología y las demandas cotidianas. En ese
entorno, el juego —que es la forma por excelencia en la que los niños expresan
y procesan su mundo interno— muchas veces queda desplazado por actividades
estructuradas o por pantallas.
Desde la psicología, sabemos que el desarrollo emocional,
cognitivo y social de un niño se construye en vínculo con otros: con adultos
que lo miren, que lo escuchen, que pongan palabras, que le ofrezcan contención
y límites. Celebrar el Día del Niño y la Niña, no debería reducirse a entregar
un juguete, sino a renovar un compromiso: el de garantizar sus derechos, su
bienestar y su posibilidad de crecer en un entorno amoroso, respetuoso y
presente.
Es también un llamado a visibilizar las desigualdades: no
todos los niños tienen las mismas oportunidades. Algunos enfrentan situaciones
de violencia, pobreza o abandono. Por eso, esta fecha es una invitación a la
responsabilidad colectiva: familias, escuelas, profesionales y Estado, todos
tenemos un rol en la construcción de infancias dignas.
En definitiva, el Día de las infancias, puede ser una
excusa válida para regalar algo, pero sobre todo debería ser un recordatorio
profundo: los niños no son el futuro, son el presente. Y merecen vivirlo con
juego, palabras, afecto y respeto y límites que son los que generan contención,
sostén desde el cual se proyecta el crecimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario