Los valores patrios que festejamos cada 25 de mayo se encarnaron en hombres que hicieron de la vida pública o política, con sus luces y sus sombras, un ideal para todos sus contemporáneos y también para el futuro. Una actitud que deberíamos recuperar hoy. Pero también, esa sociedad tenía costumbres, hábitos y ritos que formaban la vida cotidiana.
A poco más de dos siglos de distancia, recorremos otro 25 de mayo en medio de una vida muchísimo más compleja por factores vinculados al progreso que, para bien y para mal, imponen cambios vertiginosos.
Sin escuelas abiertas tampoco habrá este año el tradicional acto escolar donde nuestras niñas y niños recrean aquellas épocas con la guía del trabajo de docentes que les transmiten la importancia de esa fecha. Así aprendemos a querer al país, en cierta manera.
Si bien nuestra vida es compleja no es que no había complejidades en aquella. Las actividades de nuestro mundo cotidiano existían en aquella época tanto en la vida familiar como la pública. Y, si bien no se debería juzgar con valores de este tiempo el 1800, resulta por lo menos admirable –si no envidiable- cómo aquella sociedad pujaba por crecer armonizando el interés individual y el interés por la patria. Y de qué manera los eternos laureles obtenidos con grandes sacrificios nos incluyen hasta hoy. Y no es que no hubo conflictos, violencia, guerras internas. Pero ideales últimos favorecían que personas comunes se involucraran en la resolución de asuntos de la cosa pública.
Muchos de nuestros hábitos, por ejemplo los culinarios, vienen de aquella época. El pan con manteca (incluso la costumbre un poco olvidada de echar una cucharadita de azúcar sobre la manteca), los pastelitos, el chocolate caliente, el locro, las empanadas son tradición de mayo. El comercio ambulante que protagonizaban el alfarero, el aguatero, el lechero, el vendedor de plumeros se prolongaron hasta bastante entrado el siglo XX y hoy sobreviven en la venta de aquellos que hacen con ello su mantenimiento diario, también.
¿Qué sugerimos con estas anotaciones? Que nuestra cultura, con virtudes y defectos, viene desde aquella época y que las acciones civiles, políticas y militares de aquellos hombres produjeron beneficios que duran hasta el día de hoy.
Una cosa más. Entre aquellos notables próceres de mayo no había homogeneidad: hubo españoles, criollos, curas, militares, abogados. Tenían tensiones internas, diferentes miradas e intereses. Destinos muy diversos. Pero todos obraron inspirados por un ideal común. Una lección eterna para este presente.
Tal vez debiera pedirse a cada ciudadano hoy, cada uno en su condición y jerarquía, la responsabilidad de impulsar desde su lugar las mejores acciones para que nuestro país pueda encontrar el rumbo que concrete su grandeza y felicidad.
¡Feliz día de la Patria!
Nos seguimos encontrando
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