El 17 de agosto de 1850 fallecía el más incuestionable y sólido de nuestros próceres. Sólo algunos, Manuel Belgrano, por ejemplo, están a su altura. Pero, especialmente, ninguno de los nuestros ha adquirido una trascendencia tal de volverse una figura de nivel continental e internacional. Así, es el peso de la figura del General José de San Martín.
Entre el 3 de febrero de 1813 y septiembre de 1822 desarrolló una intensa, inteligente y decisiva acción política y militar en favor de la independencia de nuestro país y de otros países americanos a tal punto decisiva que marcó para siempre el modo de pensar y evaluar la actividad pública de nuestros dirigentes.
Sin embargo, su accionar fue desde la aprobación y el apoyo público que le permitieron lograr gestas enormes como el Cruce de los Andes a la hostilidad y el encono de otros personajes menores –en general porteños- especialmente el oscuro Bernardino Rivadavia que terminaron por alejarlo del país y de la actividad política. A pesar de que siguió sirviendo extraoficialmente ya una vez instalado en Europa.
Dirá en 1819: “preferí venirme a mi país nativo, en el que me he empleado en cuanto ha estado a mis alcances: mi patria ha recompensado mis cortos servicios colmándome de honores que no merezco”. Semejante humildad y actitud de servicio a la patria tal vez no fue entendida del todo por quienes debieron darle gradualmente a la organización jurídica y política del país. Tampoco era ni es frecuente esa predisposición.
Pero, como siempre afirmamos en este blog, en los grandes patriotas la moral pública es coherente con la moral privada. Y eso es así, porque lo que guía sus vidas es una concepción integral de la vida, del mundo y un modo de llevar adelante su destino.
En el caso del General San Martín eso puede comprobarse con la relación afectuosa que tuvo con su hija y nietos con los que quiso pasar en Europa sus últimos años, caracterizados por un lento y grave deterioro físico. Y específicamente, en las enseñanzas que dejó por escrito para su hija Mercedes. Inspiradas en el carácter de la filosofía estoica, dejan ver claramente la humanidad, los valores profundos de un hombre que hizo honor a su condición de militar, de patriota, de hombre de su época.
Para recordarlas, releerlas, tenerlas presentes estas son:
Máximas redactadas por el General San Martín para su hija Mercedes Tomasa
"1º.- Humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican. Stern ha dicho a una Mosca abriéndole la ventana para que saliese: "Anda, pobre Animal, el Mundo es demasiado grande para nosotros dos."
"2º.- Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira."
"3º.- Inspirarla gran Confianza y Amistad, pero uniendo el respeto."
"4º.- Estimular en Mercedes la Caridad con los Pobres."
"5º.- Respeto sobre la propiedad ajena."
"6º.- Acostumbrarla a guardar un Secreto."
"7º.- Inspirarla sentimientos de indulgencia hacia todas las Religiones."
"8º.- Dulzura con los Criados, Pobres y Viejos."
"9º.- Que hable poco y lo preciso."
"l0º.- Acostumbrarla a estar formal en la Mesa."
"11º.- Amor al Aseo y desprecio al Lujo."
"12º- Inspirarla amor por la Patria y por la Libertad."
Hablan por sí solas ¿no?
Ojalá el ejemplo, las enseñanzas de este gran patriota inspiren a nuestros dirigentes y también nuestra vida cotidiana para retomar la senda de un destino de grandeza que él (y otras mujeres y hombres) nos legó.
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